El primer escrito de mi vida
Fue demasiado el dolor que tuve que encerrar para que confiaras en que esta larga travesía sería un mar en calma por el que llegarías a mi puerto, a nuestro puerto. Ahora todo ese sufrimiento fluye sin remisión martilleando mi corazón. Nuestra travesía se ha transformado en una caída libre a través de las cataratas que brotan de mí.
No me queda, no tengo nada. Nuestro amor requería un alto precio que por supuesto yo estaba dispuesto a pagar, sin embargo, en estos momentos que no estás conmigo, quiero creer que tengo algo donde apoyarme. Sí, ya lo sabes, siempre fuí un iluso...
Intentando no pensar paso los días en blanco, yo que siempre fuí un hermitaño ahora busco la presencia de alguien, aunque sea la de aquellos a los que siempre desprecié, sólo necesito ocupar mi mente odiando cada mínimo gesto suyo para así no ahondar más en mi larga espera.
Siempre me consideré un valiente, nunca nada me dió miedo, ni siquiera cosas a las que por mi edad y condición debiera temer. Y ahora deberías verme, algo tan simple, tan inanimado, algo que siempre estuvo ahí ahora me aterroriza. Allí dónde tantas veces te soñé, allí dónde me despertaba con una sonrisa que nunca creí ser capaz de esbozar, allí dónde ahora no puedo ni acercarme...
No puedo mirarla, intento evitarla, necesito evitarla. Hago todo lo que está en mi mano para posponer el momento en el que tenga que dejarme caer en dónde se que más voy a extrañarte.
Ya solamente puedo esperar, no sé cuanto podré aguantar, pero puedes confíar en que no volveré a romper mi promesa: no voy a estar triste.
...Sólo voy a llorar.
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